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Hemos entrado en el Capitalismo Cognitivo

¿Hemos entrado en el "capitalismo cognitivo"?1
por Michael Husson

Las transformaciones del capitalismo son una invitación permanente a renovar su análisis teórico. Este artículo examina a la corriente que presenta al "capitalismo cognitivo" como una nueva forma histórica de capitalismo, que sucede al capitalismo mercantil y al capitalismo industrial. Yann Moulier Boutang2 ha sintetizado esta posición de una manera muy clara: "La tesis defendida aquí será la de una nueva 'gran transformación' (para retomar la expresión de Karl Polanyi) de la economía y por lo tanto, de la economía política (…) Ciertamente, no es una ruptura en el modo de producción porque siempre estamos dentro del capitalismo, pero los componentes de este último están tan renovados como los del capitalismo industrial han podido estarlo en relación con el capitalismo mercantil (en particular en el status del trabajo dependiente que pasa de la segunda servidumbre y esclavitud al asalariado libre). Para designar la metamorfosis en curso recurrimos a la noción de capitalismo cognitivo como tercera especie de capitalismo."

CAPITALISMO COGNITIVO Y CAPITALISMO REAL

El vector de esta gran mutación es la "revolución de las NTIC" (nuevas tecnologías de información y de comunicación) cuyas principales características pueden resumirse así3:
o rol creciente de lo inmaterial, "virtualización" de la economía;
o papel de la información y de Internet;
o captación por la empresa y el mercado de la innovación social;
o rol de las NTIC (nuevas tecnologías de información y de comunicación);
o invalidación del modelo clásico ("smithiano") de división del trabajo;
o retroacción entre consumo y producción;
o disolución de las líneas divisorias entre capital y trabajo homogéneo o entre calificados y no calificados;
o ascenso de la sociedad de red;
o decadencia del paradigma "energético y entrópico" en la producción de riquezas;
o rol dominante de las economías de aprendizaje en la competencia;
o importancia de los saberes implícitos no codificables e irreductibles al del maquinismo;
o globalización de la performance;
o especificidad del bien información en cuanto a su uso y a su apropiación;
o generalización del fenómeno de externalidades.

Este conjunto heteróclito corresponde a procesos que, en su mayoría, se pueden identificar hoy. Pero ¿el conjunto de estas tendencias define un nuevo paradigma coherente? ¿Estas nuevas formas de organización van a volverse hegemónicas, o se trata de transformaciones que se articulan con formas más clásicas de trabajo?
Para aclarar estas cuestiones, lo mejor es comenzar por la organización del trabajo. No se descubre a este nivel ninguna tendencia a un ascenso potencial del modelo cognitivo suficiente para suplantar el modelo actualmente dominante, que podemos calificar de neo-tayloriano. Por el contrario, asistimos a una articulación entre estos dos modelos. Esta cuestión no es de hoy. Hace, por lo menos diez años que se discute esta temática de un nuevo modelo de trabajo, que bautizaron "toyotismo": se evocaba entonces la polivalencia y la implicancia de los trabajadores como nuevas fuentes de productividad y de calidad.También hace diez años que Lazzarato y Negri4 respondían de manera muy retórica a este tipo de objeción: "La primera objeción destaca el hecho que el trabajo de tipo antiguo es todavía muy importante en nuestras sociedades. La segunda insiste sobre el hecho que es únicamente en las zonas, a través del mundo, en donde la dialéctica capitalista ha producido sus frutos últimos que el trabajo bajo la forma del general intellect tiende a volverse hegemónico. El carácter totalmente correcto de estas objeciones no puede negar para nada o sub-evaluar el poder de la evolución. Si el pasaje a la hegemonía del nuevo tipo de trabajo, trabajo revolucionario y constituyente, no aparece más que como tendencia, y si la puesta en evidencia de una tendencia no debe confundirse con el análisis de conjunto, por el contrario, un análisis de conjunto no vale más que en tanto él se esclarezca por la tendencia que preside a la evolución".
Todo esto está muy bien, pero esta tendencia a la hegemonía se convierte, por arte de magia, en realización de la hegemonía. Carlo Vercellone5 habla de una "nueva figura hegemónica del trabajo, marcada por su carácter cada vez más intelectual e inmaterial". La realidad es totalmente diferente y las transformaciones tecnológicas son aprovechadas para controlar mejor a los trabajadores. Las obligaciones que sufren nunca han sido tan penosas, y las nuevas tecnologías son aprovechadas para ejercer un control cada vez más cerrado y cada vez más individualizado como lo ha mostrado bien Thomas Coutrot6 a partir de un amplio conjunto de encuestas y de estudios de campo. El postulado, no obstante esencial, según el cual asistiríamos a una "disolución de las líneas divisorias entre capital y trabajo homogéneo o entre calificados y no calificados" no tiene, por ende, ningún fundamento empírico.El capitalismo contemporáneo se caracteriza, en realidad, por una dualidad en la dinámica del empleo. Los empleados efectivos crecen, en efecto, por los dos extremos: por un lado, los efectivos de los "trabajadores cognitivos" crecen muy rápidamente, pero la masa de empleos creados se encuentran en los empleos poco calificados del comercio y de los servicios a las personas. Esta estructura es particularmente clara en Estados Unidos que debería ser la tierra de elección de este nuevo capitalismo. Esta dualidad salta aún más si se examina la situación a nivel mundial. Como lo hace notar de entrada El Mouhoub Mouhoud en su contribución7 al libro coordinado por Vercellone: "a este proceso centrífugo de repartición mundial de las actividades económicas se opone un movimiento de polarización de las actividades en beneficio esencialmente de las zonas desarrolladas de la Tríada. Esta polarización está particularmente marcada para lo que concierne a las actividades intensivas en conocimiento". Si se piensa a nivel del planeta, "una cierta diversidad de las trayectorias es perceptible a nivel de las naciones, de los territorios, de los sectores y de las firmas. En particular, las lógicas de producción taylorianas parecen haber encontrado una segunda juventud a través de la difusión de un cierto número de innovaciones tecnológicas y organizacionales. Una dualidad es perceptible en el seno del sistema productivo entre una lógica productiva 'cognitiva' y una lógica productiva 'tayloriana flexibilizada'. Estas dos lógicas productivas tienen consecuencias distintas sobre la localización de las actividades económicas y apelan a estrategias de desarrollo de los territorios diferenciados."

EL "APROXIMADAMENTE" Y EL "LO QUE SEA"

La corriente del capitalismo cognitivo es muy representativa de un método que consiste en querer ser moderno e innovador a toda costa, corriendo entonces el riesgo de poner de manifiesto sólo un aspecto de la realidad social estudiada. Tal empresa se acompaña en general de un cierto eclecticismo, que consiste en movilizar todo de quien puede ir en el sentido de la novedad.Evidentemente es más gratificante adoptar la postura del gran iniciado anunciando al común de los mortales las revoluciones que se despliegan ante sus ojos y de las que no saben captar toda su magnitud. Se podría ironizar al evocar el punto de vista de esos trabajadores pobres, sometidos a una precariedad y a una miseria tan modernas como Internet, y que no se han dado cuenta que desde ahora en adelante, estamos instalados en una sociedad de lo inmaterial y de la primacía del conocimiento. Pero esto sería una posición simétrica tendiente a negar o a anular por medio de otra, la realidad de las transformaciones en curso. Lo más difícil es adoptar un análisis dialéctico que apunte a evaluar correctamente el alcance de lo que es nuevo, mientras se examina si lo nuevo no reproduce lo viejo e incluso lo muy viejo. Por un lado, en efecto, las transformaciones de la relación salarial nos conducen nuevamente a un capitalismo pre-industrial, en el que la clase obrera no estaba plenamente constituida. El punto de vista correcto nos parece precisamente este: la modernidad capitalista permite reproducir las formas más antiguas de servidumbre asalariada.
El eclecticismo de la corriente cognitivista se vuelve a encontrar en sus fuentes de inspiración, entre las que Moulier Boutang cita por ejemplo a Aglietta8 o Rifkin9. Ahora bien, estos dos autores acumulan las desmentidas prácticas y sus construcciones teóricas padecen una obsolescencia acelerada. Rifkin es un de los inventores de la tesis del "fin del trabajo" y Aglietta el creador del "capitalismo patrimonial". La tesis del fin del trabajo extrapola las ganancias de productividad realizadas en los sectores de punta, para deducir de esto que el trabajo se vuelve una especie en vías de desaparición, de tal forma que el objetivo de pleno empleo se convierte en una utopía reaccionaria y que es necesario reflexionar sobre una noción de plena actividad y proponer un ingreso universal. Ninguna chance: el periodo de embellecimiento 1997-2001 ha dado lugar a numerosas creaciones de empleos (10 millones en Europa) que han conducido a discutir de nuevo las condiciones de posibilidad de pleno empleo. Por cierto, la reducción del tiempo de trabajo se ha pasado mal en Francia, y la inversión de coyuntura ha hecho repartir el desempleo en alza, pero este periodo ha hecho presentir la posibilidad, bajo ciertas condiciones, de crear empleos al repartir entre todas y todos las horas de trabajo efectuadas, en lugar de resignarse a un eterno déficit de empleo.
Las teorizaciones de Aglietta no han resistido mejor al retorno a la baja de la tasa de ganancia en Estados Unidos y a la profundización de su déficit externo, que han mostrado que no existía productividad cognitiva intrínseca y que la nueva economía no podía extenderse al resto de la economía mundial, ya que se basaba justamente en una capacidad muy particular de Estados Unidos de drenar capitales. De manera general, la inversión bursátil ha dado un severo golpe a la tesis del capitalismo cognitivo, al mostrar que el capitalismo contemporáneo no había logrado para nada inventar un medio de liberarse de la ley del valor.
Finalmente, una cierta fascinación tecnológica impregna estos análisis y hace corto circuito en la reflexión sobre el modelo social de conjunto que se deriva de ellos. Todo sucede como si este modelo fuera derivado de la tecnología de manera unívoca. Tenemos allí un resurgir de lo peor de un marxismo vulgar que olvida la ambivalencia de las tecnologías. Las redes, Internet, la comunicación, son proezas técnicas, pero que pueden servir de base a la mejor o a la peor de las sociedades.

¿TEORÍA CRÍTICA O NEO-REGULACIONISMO?

La teoría del capitalismo cognitivo se basa en un contrasentido fundamental. Considera una nueva fase del capitalismo, dotada de una lógica específica y nuevas leyes, en particular en la determinación del valor. Fascinada por su objeto, la escuela cognitiva presta así al capitalismo contemporáneo una coherencia que está muy lejos de disponer y se sitúa a su manera en una cierta lógica regulacionista que postula una infinita capacidad del capitalismo para renovarse.
Por muchos aspectos, el último libro de André Gorz10, L'immatériel es una discusión crítica de este punto de vista y una profundización de los límites históricos del modo de producción capitalista. Una frase de Gorz resume de maravillas su posición, que compartimos plenamente: "el capitalismo cognitivo, es la contradicción del capitalismo". Las mutaciones tecnológicas actuales son un revelador y muestran que ese modo de producción es "alcanzado en su desarrollo de las fuerzas productivas en una frontera, la que una vez atravesada, no puede tomar parte plenamente de sus potencialidades más que superándose hacia otra economía".
Sin embargo, la teoría del capitalismo cognitivo se reclama de Marx, y particularmente de esas páginas de los Gründrisse en donde habla de general intellect11. Ya hemos discutido esta lectura a nuestro criterio falible12, pero contribuciones más recientes permiten identificar mejor el error fundamental sobre el que se basa esta interpretación. El capital, explica Marx, "da vida a todas las potencias de la ciencia y de la naturaleza, como a las de la combinación y de la comunicación sociales para volver la creación de riqueza (relativamente) independiente del tiempo de trabajo que está afectado en ella". Se diría una anticipación genial del capitalismo cognitivo y los cognitivistas utilizan evidentemente esta referencia como el anuncio premonitorio de un nuevo modo de funcionamiento del capitalismo. Pero esto es un contrasentido absoluto. Porque, en Marx, esto no es más que uno de los términos de una contradicción. Efectivamente, el capital persiste en querer "medir en tiempo de trabajo a estas gigantescas fuerzas sociales así creadas, y aprisionarlas en los límites que se requieren para conservar como valor el valor ya creado". El capital busca instrumentalizar las "fuerzas productivas y las relaciones sociales" como "medios de producir a partir de la base limitada que es la suya". Ahora bien, se equivoca: "de hecho, ellas son las condiciones materiales para hacer saltar esta base".
Marx puntualiza aquí la profundidad de la contradicción entre socialización de las fuerzas productivas y mercancía mientras que los cognitivistas hacen de esta socialización cognitiva el principio de un nuevo capitalismo. La conclusión que Marx saca de ello es que, para salir de esta contradicción, "es necesario que sea la propia masa obrera la que se apropie de su sobretrabajo". Y es solamente "cuando esta ha hecho esto" (dicho de otro modo, la revolución social) que se llega al punto en que "ya no es entonces de ninguna manera el tiempo de trabajo, sino el tiempo disponible lo que es la medida de la riqueza".Para los cognitivistas, es dentro del mismo capitalismo que el tiempo de trabajo puede dejar de ser la medida de la riqueza. Así, según Vercellone, la importancia del saber y del no-trabajo, en general, tienen por efecto cuestionar de aquí en adelante "la teoría del valor por la que el tiempo de trabajo inmediato consagrado directamente a una actividad de producción material es la principal fuente productiva del trabajo humano". La materialidad de la producción nunca ha sido, en la concepción marxista, un criterio de definición de la mercancía, pero lo esencial no está en esta sandez stalinoide. Gorz cita una serie de afirmaciones aún más categóricas que revela una confusión más fundamental entre "valor como valor de cambio, monetario y mercantil" y valor en el sentido de "riqueza". Así, para Bernard Paulré, "el valor sale principalmente del cambio y de la innovación"; Moulier Boutang hunde un poco más este clavo teórico al proponer definir el capitalismo cognitivo como un "régimen de acumulación en el cual el objeto de la acumulación está principalmente constituido por el conocimiento que se convierte en el recurso principal del valor y que se vuelve el lugar principal del proceso de valorización". Ahora bien, es el capital (no sus análisis marxistas) el que confina la economía a la esfera del valor de cambio, donde el valor-riqueza no está allí más que como un medio. Y su debilidad mayor es tener cada vez más dificultades para dar una forma mercantil a valores de uso nuevos, inmateriales y potencialmente gratuitos. Gorz puntualiza bien el error cometido en tratar estas innovaciones ligadas a la "economía del conocimiento" como "la nueva forma del capitalismo", porque esta actitud "enmascara su potencial de negatividad".

¿FORZADOS AL TRABAJO?

"Los economistas 'contra el pensamiento único', la mayoría de los "consejeros científicos" de ATTAC, la fundación Copernic, los intelectuales socialistas y comunistas, una parte de los verdes, los revolucionarios de los diferentes trotskismos, nos han preparado un nuevo pensamiento neosocialista y neo-marxista cuya consigna es la siguiente: "Fuera de los asalariados, no hay salvación". Nosotros pensamos, por el contrario, que desde 1968 se ha abierto una nueva fase política comparable a la salida de la esclavitud: la posibilidad de fundar la producción y la reproducción de la humanidad en otra cosa que el trabajo asalariado. Permanecemos fieles al desafío político de la abolición del trabajo asalariado. No es ni una utopía, ni una consigna, ni un programa, sino simplemente un camino que millones de hombres han comenzado a adoptar desde hace tiempo (de manera elegida o impuesta)".A esta polémica sutil13, opondríamos gustosos este slogan: "todos asalariados, para abolir al conjunto del trabajo asalariado". Es una discusión que ya tuvimos la ocasión de llevar adelante14, para decir que es en vano querer subvertir el capitalismo oponiéndole la reivindicación de un ingreso garantido, si se abandona el dominio de la producción mercantil. Nuestro eje de subversión es el de la reducción del tiempo de trabajo, que permite a todos y a todas trabajar, pero trabajando menos. Es la conclusión lógica del análisis de Marx en el que, dicho sea al pasar, se tendrían dificultades para encontrar prefiguraciones de la idea de ingreso garantido. El punto de aplicación de tal estrategia es la exigencia de un retorno al pleno empleo por contratos proporcionales a la baja del tiempo de trabajo. El control sobre el empleo ejercido con la prohibición de los despidos, la reducción del tiempo de trabajo y la redefinición del estatuto de asalariado, es una incursión en el terreno de la propiedad que va al centro de las cosas, mucho más que el subsidio de un ingreso que no afecta a las relaciones sociales fundamentales. Este proceso no tiene nada de lineal.
Puede sofocarse, pero su lógica tiende a una expropiación de hecho. En la sociedad del tiempo libre, todo el mundo contribuye a la creación de riqueza y dispone de un ingreso elevado. La ciudadanía está plenamente realizada, con derechos sociales ampliados, y las ganancias de productividad ligadas a las nuevas tecnologías se reparten universalmente en forma de ingresos socializados no monetarios, de ingresos de trabajo y de tiempo libre, en proporciones que esta sociedad elige de manera soberana. En este esquema estratégico, las medidas de emergencia que apuntan a aumentar las condiciones mínimas y a evitar un proceso de empobrecimiento social tienen, evidentemente, todo su lugar. Pero no son un sustituto a la transformación de las relaciones de trabajo (incluso los menos "cognitivos"). La brecha creciente entre los trabajadores cognitivos y los que no lo son, entre los que tienen un empleo y los que están privados de él, no es tomada como una tendencia moderna a la que el ingreso garantido permitiría evitar a título compensatorio.

LAS AMBIGÜEDADES DEL INGRESO GARANTIDO

Para los cognitivistas, el ingreso garantido es el proyecto adecuado a la nueva fase del capitalismo, y la palanca de la transformación social de la que deben apoderarse las multitudes15. No se discutirá de nuevo esta aserción, para examinar las modalidades prácticas de tal garantía de ingreso. En la obra colectiva que ha dirigido, Vercellone nos reprocha arrojar el ingreso social garantido "al mundo oscuro de las utopías sin mañana" porque éste representaría 30% del PBI.
Vercellone tiene derecho a pensar que el proyecto de Keynes "presenta también muchas analogías con el análisis que Marx, en los Gründrisse, efectúa de la tendencia hacia el estadío del General Intellect" pero no hará de nosotros, Michel Rocard. Veamos lo que escribíamos: "si se trata de un ingreso garantido "suficiente", como propone André Gorz, es decir, del orden de 4.000 a 5.000 francos por mes y por persona (niño y adulto), y sin suprimir la seguridad social, entonces sí, puede tratarse de un instrumento de liberación (fuera) del trabajo: pero esto supone una redistribución radical de los ingresos (2.400 mil millones de francos a financiar, ¡o sea el 30% del PBI!) ¿Es más fácil de realizar que una "buena" reducción del tiempo de trabajo creador de empleos? Podemos dudar de esto: si partimos del postulado que 'se acabó el empleo', nos privamos de un importante terreno de lucha, el de la empresa y el de la relación capital-trabajo, que siempre ha sido -y continúa siéndolo ampliamente- central en la construcción de las relaciones de fuerza sociales".
Se puede prolongar este debate, ya que Vercellone toma como suya la proposición de René Passet, así formulada: "todo francés de más de veinte años se beneficia con un subsidio anual legal en el umbral de pobreza y todo individuo de menos de veinte años, de un ingreso igual a la mitad de este"16. Si se actualizan para el año 2001 las cifras de Passet (40.000 francos por año) que se refieren a 1996, y si se las convierte a euros, el costo total del subsidio universal así calibrado es de 370 mil millones de euros, lo que representa un poco más de un cuarto de PBI, y un poco menos que el proyecto de Gorz. A menos de atenerse a un discurso ideológico, es necesario hacerse la pregunta sobre el financiamiento. René Passet propone reciclar "las economías derivadas de la supresión de la parte del sistema de protección actual con la que la garantía de ingreso haría doble empleo; esencialmente, según la clasificación francesa, los subsidios por maternidad-familia, empleo, vejez-supervivencia, pero no salud-enfermedad, que se mantendría". Esto cubre aproximadamente las tres cuartas partes de las sumas a encontrar (ver cuadro 1), y el resto podría distribuirse en el tiempo al redistribuir el nuevo valor creado por el crecimiento.
Este proyecto no marcha sin apartarse de su objetivo. Primero, la respuesta que "se distribuye en el tiempo" hace caer la muralla China que se quiere erigir entre la versión subversiva del ingreso garantido y la versión neoliberal a 20.000 francos por año. Pero, sobre todo, el reciclaje de los traslados sociales no es aceptable, y es bastante sorprendente que ni Passet, ni Vercellone, que lo retoma, no perciban esto. En lo esencial, es un enorme traslado en detrimento de los jubilados. Después de la reforma, todas las pensiones abonadas se situarían a nivel del umbral de pobreza. Actualmente, los 12 millones de personas de más de 60 años reciben hoy 184 mil millones de euros de prestaciones a la vejez, o sea 12,5% del PBI. Después de la reforma, no cobrarían más que el subsidio universal (alrededor de 7.400 euros anuales) y la prestación recibida sería en promedio dividida por dos. Es entonces un traslado de cerca de 100 mil millones de euros que se opera así. Solo los jubilados que se benefician con otros recursos que su pensión tendrán un ingreso que supera el umbral de pobreza. Ponemos a Passet y Vercellone frente al desafío de defender tal proyecto en el debate actual sobre las jubilaciones, porque está en oposición directa con los ejes de la movilización social.

Cuadro 1. Las cuentas de la protección social en 2001 - Fuente: Drees
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- - - - - - - - - - - - - - - Prestación miles - - - - - - - - - % del total
- - - - - - - - - - - - - - - de millones de euros - - - - - -
Vivienda-pobreza - - - - - - -18,4 - - - - - - - - - - - - - - - - 4,4 %
Maternidad-familia - - - - - - 42,2 - - - - - - - - - - - - - - - 10,1 %
Desempleo - - - - - - - - - - - -7,5 - - - - - - - - - - - - - - - - 6,6 %
Vejez-supervivencia -- - - - 183,7 - - - - - - - - - - - - - - - -44,0 %
Salud - - - - - - - - - - - - - -145,7 - - - - - - - - - - - - - - - -34,9 %
Total - - - - - - - - - - - - - - 417,5 - - - - - - - - - - - - - - -100,0 %

Se puede hacer la misma observación para los desocupados, en donde ya ninguno recibiría a partir de ahora subsidios superiores al umbral de pobreza. Los partidarios de esta posición tendrían dificultades para defenderla en el seno del movimiento de desocupados, si solamente abandonaran el terreno del discurso abstracto. El balance para la rúbrica maternidad-familia es más complicado para establecer, en la medida en que los menores de 20 años reciben un medio subsidio, sin que se sepa si los padres pueden utilizarlo o si se trata de una libreta de ahorro de la que el joven podrá disponer cuando tenga veinte años.
Una profunda ambigüedad pesa en lo que concierne a las mujeres. Por otra parte, es sorprendente constatar que la literatura cognitiva no introduce prácticamente nunca la dimensión de género y no reflexiona sobre las especificidades del trabajo de las mujeres. Esto proviene sin duda de una tendencia exacerbada a la conceptualización: ya no se habla más de las mujeres, como no se habla de los trabajadores concretos, de los que se contentan con extraer el arquetipo cognitivo. Pero hay otra razón para este olvido, es que la cuestión del derecho al empleo de las mujeres hace aparecer, de manera particularmente sensible, las contradicciones del discurso cognitivista. Si el trabajo asalariado no es otra cosa que una esclavitud, entonces las mujeres deberían felicitarse en principio de ser apartadas de él y exigir enseguida un ingreso garantido como contrapartida de su actividad social. Pero ¿cómo no ver que este razonamiento choca de frente contra las aspiraciones igualitarias de las mujeres en materia de empleo? Pagarles un subsidio para que, o porque ellas no trabajen, este es un proyecto que no es especialmente progresista, y el ingreso garantido se parece al muy dudoso salario maternal18.

¿QUÉ PALANCA PARA LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL?

Si se amplía la perspectiva, se percibe que al discurso cognitivista le falta coherencia inmediata, pero también, que su proyecto se evapora si se lleva su razonamiento al límite. Las mutaciones tecnológicas tienen por efecto que se trabaje cada vez menos, y que se trabaje haciendo otra cosa, formándose y comunicando. En una pura sociedad de abundancia en donde la riqueza fluiría libremente de las redes y de los automatismos, se la podría distribuir de manera totalmente desconectada del trabajo que, por otra parte habría desaparecido. Notemos al pasar que en este paraíso, ni siquiera hay que garantizar el ingreso, ya que la abundancia reina. Utopía absurda, esto es muy cierto. No llegamos hasta acá: todavía es necesario un gasto de trabajo mínimo. La comunicación nutre mal a su hombre, y será necesario cultivar bien (¿en redes?) algunas hectáreas de tierra para producir un poco de trigo y de uvas. Existen en Internet sitios médicos muy sofisticados, pero no curan nuestras caries. Los intermitentes del espectáculo, a veces presentados como los arquetipos del nuevo status de trabajador19, cambiarán su actividad por otras formas de trabajo, por ejemplo la que consiste en construir salas de espectáculo.¿Cómo se hace pues, la unión entre estas dos cuestiones: la repartición del ingreso, por un lado, la repartición del trabajo social del otro? La proposición de un ingreso garantido sin contrapartida no resuelve esta segunda cuestión, y no puede aportar tampoco respuesta a la primera. Si no existe ninguna contrapartida, entonces una fracción de la población decidirá lógicamente no trabajar, a menos que se postule un grado de conciencia social que no puede ser más que un resultado deseable, pero sería peligroso plantear previamente. Para convencer de trabajar a una parte de los beneficiarios del ingreso garantido, será necesario ofrecerles una remuneración más elevada. Pero, ¿quién decide: los propietarios privados del capital, los colectivos de ciudadanos, una deliberación de conjunto de la sociedad? Si no se responde a estas preguntas, se abre la vía a una sociedad dualista con, por un lado, los excluidos del trabajo que cobran el ingreso garantido y, por otro, una capa de asalariados que disponen de un empleo y por esto, de un ingreso superior.
Por esto, la reivindicación de un empleo para todos es la única base posible de un socialismo democrático fundado en un principio de cambio generalizado entre la sociedad y el individuo: el aporte del individuo a la sociedad funda la realidad de los derechos de los que él dispone. El derecho al empleo efectivo equivale a la desmercantilización de la fuerza de trabajo. La esclavitud asalariada no puede retroceder mientras que los no -esclavos son pagos por no hacer nada, es necesario que las ganancias de productividad sean consagradas prioritariamente a fabricar tiempo libre para todo el mundo.Finalmente hay, en el proyecto de ingreso garantido, una tendencia absurda a extender el campo de las transacciones mercantiles, ya que "el carácter líquido de este ingreso, por lo tanto, no afectado"20 es claramente afirmado. Esta es una nueva incoherencia: si el capitalismo cognitivo pone una idea a la orden del día, esta es la de gratuidad. Ahora bien, sus teóricos se apuran por demandar más flujos monetarios. Todo progreso social pasa, sin embargo, por un grado de socialización creciente, que es una desmercantilización, y potencialmente una desmonetización. Los famosos descuentos obligatorios que constituyen el blanco de los neoliberales ocultan, por ejemplo, la educación y la salud, una y otra gratuitas en principio. Un proyecto progresista apuntaría a restablecer y a extender el campo de la gratuidad, a ampliar los derechos sociales garantidos en forma de libre puesta a disposición. Los sostenedores del capitalismo cognitivo proponen paradójicamente a las "multitudes" recorrer el camino inverso con la instauración de un ingreso garantido en forma monetaria e individual, que sustituye de hecho a la movilización por una reducción radical del tiempo de trabajo. A las aproximaciones teóricas, le agregan así una orientación estratégica que tiene por efecto abandonar el corazón de las relaciones de explotación. Tal es sin duda nuestro principal desacuerdo con esta escuela.
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Notas:*Economista. Autor de Les Casseurs de L'État, Le grand BLUFF capitaliste entre otros importantes libros junto a decenas de artículos.
1.- "Sommes-nous entrés dans le "capitalisme cognitif"?", Critique communiste N°169-170, 2003
http://hussonet.free.fr/cogniti.pdf -La traducción al castellano fue publicada en Panorama Internacional, semanario electrónico de la FT-EI (www.ft.org.ar). Se publica con autorización especial del autor.
2.- Yann Moulier Boutang, "Nouvelles frontières de l'économie politique du capitalisme cognitif", éc/artS n°3, 2002
http://www.ish-lyon.cnrs.fr/labo/walras/Objets/New/20021214/YMB.pdf
3.- Se retoma aquí la presentación de Moulier Boutang, ya citada.
4.- Maurizio Lazzarato y Antonio Negri, "Travail immatériel et subjectivité", Futur antérieur N°6, 1991.
5.- En su contribución a la obra colectiva que ha dirigido: Carlo Vercellone (dir.), Sommesnous sortis du capitalisme industriel?, La Dispute, 2003.
6.- Thomas Coutrot, Critique de l'organisation du travail, La Découverte, "Repères", 1999.
7.- El Mouhoub Mouhoud, "Division internationale du travail et économie de la connaissance" en Vercellone, op. cit.
8.- Michel Aglietta, Le capitalisme de demain, Note de la Fondation Saint-Simon, 1998.
9.- Jeremy Rifkin, L'âge de l'accès, Pocket, 2000.
10.- André Gorz, L'immatériel, Galilée, 2003.
11.- Karl Marx, Manuscrit de 1857-1858 "Gründrisse", tome 2, Editions sociales, 1980, págs.192-197.12 Michel Husson, "Communisme et temps libre", Critique communiste N°152, 1998.
13.- Maurizio Lazzarato, "Garantir le revenu: une politique pour les multitudes", Multitudes N°8, 2002.
http://multitudes.samizdat.net/article.php3?id_article=9
14.- Thomas Coutrot y Michel Husson (2001), Avenue du plein-emploi, Attac/Mille et une nuits.
15.- Es la única, por otra parte, en todo caso en Michael Hardt y Antonio Negri, Empire, Exils, 2000.
16.- René Passet, L'illusion néo-libérale, Fayard, 2000.
17.- Drees, "Les comptes de la protection sociale en 2001", Etudes et résultats N°196, 2002.
http://www.sante.gouv.fr/drees/etude-resultat/er-pdf/er196.pdf
18.- Anne Eydoux y Rachel Silvera, "De l'allocation universelle au salaire maternel, il n'y a qu'un pas à ne pas franchir", dans Thomas Coutrot et Christophe Ramaux (eds), Le bel avenir du contrat de travail, Syros, 2000.
19.- Pierre-Michel Menger, Portrait de l'artiste en travailleur: métamorphose du capitalisme, Le Seuil, 2003.
20.- Yann Moulier Boutang, "L'autre globalisation: le revenu d'existence inconditionnel, individuel et substantiel", Multitudes N°8, 2002.
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ABRIL DE 2004
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Ensayo publicado originalmente en la revista "Lucha de clases" N. 2
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