Derecho a leer y las Bibliotecas
El Derecho a Leer y las Bibliotecas.
Fernando E. González Moreno.
Quisiera iniciar platicándoles un poco de mi libro favorito y de cómo me permitió empezar a conocer el mundo de los adultos.
Allá en el lejano 1969, el año en que el hombre llegó a
El ambiente en mi salón era de sueños y aventuras. Todos queríamos ser el coronel Armstrong o el adusto capitán Sarabia, quien desde su busto de bronce vigilaba nuestras aventuras en el patio escolar. En ese ambiente nuestra profesora de segundo grado, Doña Carmelita, nos acercó un libro que unía esos dos mundos, el espacio y la aviación. Seguramente mi querida profesora, con toda conciencia también nos acercaba al mágico mundo de la lectura. Este libro se convertiría en mi libro favorito.
Si han leído alguna vez mi libro favorito, quizá recuerden este fragmento:
“Las personas mayores me aconsejaron que dejara a un lado los dibujos de boas abiertas o boas cerradas y que mejor me dedicara a la geografía, la historia, el cálculo y la gramática. Fue así como a la edad de seis años, abandoné mi magnífica profesión de pintor. El fracaso de mi dibujo no. 1 y de mi dibujo no. 2 me desanimó.
Las personas mayores nunca entienden nada por sí mismas y es cansado para los niños tener que explicarles todo siempre.
Tuve entonces que escoger otro oficio y aprendí a pilotear aviones. Volé un poco por todo el mundo. Es cierto que la geografía me fue muy útil: podía de un vistazo distinguir Arizona de China. Sirve de mucho si uno se pierde en la noche.” (1)
¿Qué tal eh? Estas líneas me han acompañado a lo largo de toda mi vida. He de confesar que hoy apoyado en el valor que me ha transmitido El Principito vengo a explicarles a las personas mayores en las que nos hemos convertido por qué el derecho a leer está a salvo en nuestras bibliotecas.
No olvidemos que los adultos no entendemos nada por nosotros mismos, que necesitamos que los niños nos expliquen las cosas. Un favor antes de continuar, dejemos salir al pequeño niño que todos llevamos dentro.
Los Derechos de Autor
Deseo comenzar hablándoles un poco sobre los tres derechos fundamentales que a mi juicio tiene un autor.
Obviamente el primero de ellos es el derecho a escribir. Este derecho se encuentra garantizado en las constituciones de todos los países democráticos. Su antecedente más lejano es
El segundo derecho fundamental de un autor es el derecho a recibir el pago justo por su trabajo intelectual. Este derecho es velado por las leyes de derechos de autor y propiedad intelectual. La primera ley que defendía propiamente los derechos de autor fue establecida en Gran Bretaña en el año 1710 y se conoció como el Estatuto de
El tercer derecho de un escritor es el derecho a ser leído, este derecho tan importante como los dos anteriores en ocasiones es soslayado a favor de intereses mercantilistas. Pero detengámonos un momento y hablemos un poco sobre este tercer derecho.
Cuando una persona escribe lo hace en primer lugar por el intenso deseo de plasmar sus ideas y pensamientos en un soporte que permita su conservación. Lo hace previendo el futuro goce de lecturas, ya sean propias o ajenas. Lo hace por satisfacción personal, lo hace para trascender a su tiempo y lo hace para encontrar a ese lector desconocido.
Luis del Río Donoso, poeta chileno nos dice por qué escribe:
Porque los caminos de la existencia son amplios y misteriosos.
No sabemos cuando un soplo de cambios nos lleva y nos trae por esas avenidas de la vida.
Solo comenzamos a traslucir lo esencial en momentos de gravedad. Y precisamente a raíz de esos instantes, comenzamos a conocer la belleza de la amistad, de la solidaridad, de la fraternidad, no solamente nacional sino universal. Pienso en muchos que luchan por vivir dignamente.
Pienso en tantos que no han tenido la posibilidad siquiera de luchar.
Y me digo que nuestros pequeños problemas cotidianos son ínfimos
en comparación a esos momentos por los cuales algunos humanos tienen que atravesar.
Por ello, escribo.
Simplemente para vivir y resistir a la desidia de los insensibles
y sobretodo para ver mas allá de todo lo que veo (2).
Este derecho a ser leído ha sido garantizado histórica y democráticamente por las bibliotecas. La biblioteca es una de las instituciones culturales más antiguas en el mundo. Junto con las iglesias, no hay otro concepto o entidad que haya persistido tanto a través del tiempo.
Las Sociedades de Gestión y los Derechos de Autor
Las bibliotecas estamos enfrentando una amenaza que contra lo que pudieran pensar muchas personas no viene del lado de las nuevas tecnologías de información. Los bibliotecarios siempre hemos sabido aprovechar las nuevas tecnologías en beneficio de nuestras bibliotecas. Y por tecnologías no sólo entendemos a las computadoras y todos los productos derivados de ellas como los e-books y el hipertexto que se popularizaron con la llegada de Internet.
Ya antes, mucho antes, los bibliotecarios aprendieron a aprovechar cada tecnología a su alcance. Por ejemplo la aparición del papel, creado a través de una tecnología china hace más de 2,000 años, permitió que los bibliotecarios contaran con un soporte relativamente barato, flexible y duradero. O bien imaginemos lo que sucedió en una biblioteca monástica cuando empezaron a llegar los primeros libros impresos, los monjes dejaron su papel de amanuenses y se concentraron en la adquisición, organización y conservación de estos libros. O más cercano a nuestra época, cuando apareció el microfilm y las fotocopiadoras. Los bibliotecarios siempre hemos vivido con la tecnología, no nos asusta ya que siempre terminamos integrándola a nuestras funciones básicas de adquisición, organización y difusión de los soportes en los cuales se encuentra el conocimiento humano.
No, la amenaza a las bibliotecas no viene de la tecnología, la amenaza proviene de las llamadas entidades de gestión de derechos de autor que buscan, en principio, que se les pague por las fotocopias que se lleven a cabo dentro de una biblioteca.
Este proceso paulatino ya se encuentra en marcha en México a través de una sociedad de gestión que dice representar al mercado editorial mexicano. Lo cierto es que actualmente sólo representa a 60 editoriales y 12 autores. Estas 60 editoriales representan sólo el 24 % del mercado editorial mexicano pero eso no importa, con dicha representación han empezado a visitar universidades para, amparados en las lagunas de la legislación mexicana de derechos de autor, coaccionar a las instituciones para que paguen licencias de fotocopiado.
En principio alguien pudiera pensar que esto sólo afectará a las universidades privadas pero cuidado ya hay al menos dos universidades públicas estatales que ya han firmado estas licencias de fotocopiado. Y esto no es todo, la visión de largo plazo es poder cobrar este impuesto en todo tipo de bibliotecas y más adelante cobrar por otros servicios que brindan las bibliotecas.
Pero vamos por partes, ¿por qué una licencia de fotocopiado? Las sociedades de gestión sostienen que los servicios de fotocopiado dentro de las universidades y de sus bibliotecas atentan directamente contra los derechos de autor al llevarse a cabo copias indiscriminadas de libros. Señalan que la actividad de los servicios de fotocopiado afecta la venta de libros.
Nosotros sabemos que se fotocopia parcialmente un libro cuando el usuario no tiene necesidad de todo el libro sino únicamente de una parte, también se llega a fotocopiar para fines de estudio e investigación y también cuando el usuario no tiene el dinero para comprarlo o la posibilidad de conseguirlo localmente. Asumir que todos los usuarios fotocopian libros en las bibliotecas para lucrar con estas copias y que las bibliotecas permiten y alientan esto es un absurdo.
La postura de los bibliotecarios es que nuestras bibliotecas no hacen daño al mercado editorial, el préstamo de un libro o la fotocopia de parte de él no significa que se vendan menos ejemplares, los libros se venderán más si la gente desarrolla el hábito de la lectura y en este sentido las bibliotecas juegan un papel muy importante.
Pero la aplicación de licencias de fotocopiado no es lo único que buscan las sociedades de gestión. Si tomamos la experiencia española, el cobro de estas licencias es el primer paso.
En España desde hace varios años se lleva a cabo este cobro. Una querida colega española, Blanca Calvo, nos señala que en su país en el año del 2003 sólo por administrar los derechos de fotocopiado la asociación privada encargada de esto obtuvo 16 millones de euros (3) (algo así como $208 millones de pesos) y para 2004 la cifra creció a 26 millones de euros (4)
Y adivinen que es lo que sigue: el cobro por el préstamo de libros a domicilio. En España hay una fuerte movilización contra el Préstamo de Pago, una iniciativa de
En Gran Bretaña donde se paga este impuesto desde 1993 los préstamos bibliotecarios han disminuido dramáticamente. El año que se aplicó por primera vez este cobro el índice nacional de préstamos fue 563 millones de libros prestados, diez años después fue de 406 millones, es decir 157 millones de préstamos menos (6)
Es falso que este tipo de iniciativas busquen defender los derechos de los autores, las bibliotecas pagamos dichos derechos cuando compramos un libro. Las sociedades de gestión sólo buscan defender sus propios intereses lucrando con el concepto de los “derecho de autor”, sin garantizar que los autores sean efectivamente beneficiados con sus iniciativas pero si atentando contra el derecho fundamental que tienen todas las personas para acceder en condiciones de libertad e igualdad al conocimiento humano. La información, al igual que la cultura, son patrimonio universal de la humanidad.
Pero la visión de las sociedades de gestión es distinta. Públicamente señalan que el cobro por los préstamos en bibliotecas es su objetivo, en sus propias palabras es la “asignatura pendiente” (véase “El derecho de préstamo bibliotecario: asignatura pendiente http://cedro.orgh/Files/foro39.pdf)
Por otra parte, un informe del año 2002 de
Y esto no sólo sucede en Europa, ya en Colombia se presentó una situación que afectaba directamente a las bibliotecas. Es el caso de la novela Mis putas tristes del escritor Gabriel García Márquez, en cuya edición apareció la leyenda “queda prohibida la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos”. De haber prosperado hubiera sentado un precedente muy nefasto, afortunadamente García Márquez declaró “Yo no entiendo nada de eso. Lo único que puedo decir es que estoy del lado de los lectores”, con esto bastó para dar marcha atrás a tan arbitraria medida, sin embargo los signos ominosos están flotando ya en el ambiente.
Nuestra postura es distinta. Los bibliotecarios defendemos los derechos de los autores, los defendemos aún más que los editores, quienes en algunos casos obligan a firmar contratos sumamente desventajosos a los escritores. El trabajo de los autores nos merece nuestro más profundo respeto ¿acaso no cuidamos con gran amor sus creaciones?, las conservamos y difundimos sin otro interés más del que sean leídas y consultadas por el mayor número de lectores.
Las bibliotecas promocionan los libros que compran a través de todo un proceso bibliográfico. Destinan recursos y tiempo a catalogarlos, clasificarlos, asignarles temas y colocarlos en estantes abiertos para todo público. Los datos de los libros aparecen en sus catálogos, ya sea en tarjetas o en línea, para que todo el mundo pueda saber de su existencia y los pueda consultar.
Las bibliotecas conservan los libros, los encuadernan, los fumigan y buscan siempre tenerlos en circulación durante muchos años y todo esto va en beneficio directo de sus usuarios, pero también de los autores de estos libros quienes tienen presencia durante mucho pero mucho tiempo, un tiempo mayor al que dictan los criterios editoriales.
Menos presupuesto en las bibliotecas, son menos compras de libros, ¿así se defiende el derecho de los autores a ser leídos? ¿O quién creen que van a terminar pagando estas licencias de fotocopiado o de préstamo a domicilio? A final de cuentas las bibliotecas terminarán pagando estas licencias, ya sea directamente de sus presupuestos o bien de recortes institucionales por el pago de las mismas.
Ante esta embestida los bibliotecarios españoles señalan que estamos viendo una “mercantilización de los bienes culturales que supone un paso más en la progresiva privatización de los servicios públicos y un ataque frontal al derecho a la cultura.” (8)
Marco Marandola, asesor jurídico del Grupo Bibliotecas y Propiedad Intelectual de
Consideraciones Finales
Los derechos de autor no son antagónicos con el derecho al libre acceso a la información.
Los sistemas bibliotecarios están basados en el modelo libre y gratuito de acceso al conocimiento.
Los bibliotecarios sostenemos que lo mejor es destinar más fondos públicos a las bibliotecas: “si se adquieren más libros para las bibliotecas todos ganarán, ganará la sociedad, ganarán los editores que venderán más, ganarán los libreros, ganarán los autores cuya obra se difundirá más y recibirán más derechos de autor al ser más adquiridos por las bibliotecas… las únicas que no ganarán serán las sociedades de gestión. Si un autor tiene pasado es por las bibliotecas, no por las librerías, si tiene futuro es por las bibliotecas.” (10)
Debemos estar muy atentos a las iniciativas que buscan limitar una actividad tan popular, natural y útil como es la de leer en nuestras bibliotecas. Cuando deberíamos estar alentando a todo el mundo a publicar y compartir información nos enfrentamos a regulaciones mercantilistas que buscan explotar al máximo el negocio del libro.
Claro que nada de esto es nuevo, “durante la ilustración algunos pensadores como Marie Jean Antoine de Caritat, Marqués de Condorcet, 1743-1794 cuestionaron “la noción de autoría, como una creación arcaica de la monarquía absolutista que beneficiaba a privilegiados monopolios comerciales más que facilitar la extensión del conocimiento.” (11)
Lo que las bibliotecas permiten es alcanzar un balance entre dos tipos de intereses: el interés del autor y el interés de la sociedad por tener acceso a la obra.
Es importante levantar nuestra voz y no ser cobardes. Mi segundo libro favorito es la novela Fahrenheit 451 de Ray Braddbury, en ella descubrí la importancia de defender nuestras convicciones. Me permito leerles un fragmento donde el viejo profesor de literatura le confiesa al bombero desertor la pena que lo abruma:
“Sr. Montag, está usted viendo a un cobarde. Hace muchísimo tiempo, vi como iban las cosas. No dije nada. Soy uno de los inocentes que hubiese podido levantar la voz cuando nadie estaba dispuesto a escuchar, pero no hablé y me convertí en un culpable. Y cuando por fin establecieron el mecanismo para quemar los libros, por medio de los bomberos, protesté unas cuantas veces y me sometí, por que ya no había otros que protestaran o gritaran conmigo. Ahora es demasiado tarde.” (12)
Como bibliotecarios ¿qué intereses vamos a defender, los de nuestros usuarios y los de los autores que integran nuestras colecciones o el de organismos de corte mercantilista como las denominadas sociedades de gestión?. No olvidemos que pobreza y analfabetismo van juntos.
Citas:
(1) Saint-Exupéry, Antoine de (1964). El Principito. Buenos Aires: EMECE. p.10
(2) Donoso, L (2003). Porqué escribo?. [en línea]
<http://espanol.agonia.net/index.php/article/175829/index.html> Consultado el 1ero. de abril, 2006.
(3) Calvo, Blanca (2005). Las bibliotecas y los derechos de los autores. [en línea]
<http://www.noalprestamodepago.org/index.php?option=com_content&task=view&id=12&Itemid=33>. Consultado el 27 de Febrero, 2006.
(4) Biblioteca Universitaria de las Palmas de Gran Canaria (2005). Conclusiones generales de las 2das. Jornadas contra el préstamo de pago en bibliotecas públicas y universitarias [en línea] <http://biblioteca.ulpgc.es/canon_prestamo/index.shtml?conclusiones_seg_jornadas> Consultado el 19 de febrero, 2006.
(5) Íbidem
(6) Por qué los bibliotecarios decimos NO AL PRÉSTAMO DE PAGO (2005) [en línea]
<http://www.noalprestamodepago.org> Consultado 24 de marzo, 2006
(7) Comisión de las Comunidades Europeas (2002). Informe sobre el derecho de préstamo público en
(8) Por qué los bibliotecarios decimos NO AL PRÉSTAMO DE PAGO Op Cit.
(9) Marandola, Marco (2003). Un nuevo derecho de autor en la biblioteca en Revista TK no. 15 [en línea]
Asociación Navarra de Bibliotecarios
<http://www.asnabi.com/TK_15.html> Consultado el 26 de marzo, 2006
(10) Federación Española de Sociedades de Archivística, Bibliotecas y Documentación (2004). El derecho de préstamo en la biblioteca o el pingüe negocio de cobrar dos veces [en línea] <http://exlibris.usal.es/bibesp/nopago/dossier.pdf> Consultado el 28 de marzo, 2006.
(11) Mateo, María Elena (2005) La muerte del libro, los derechos de autor, el poder de la información… y otras historias de terror. en El Documentalista Enredado [en línea]
<http://www.documentalistaenredado.net/193/muerte-libto-derechos-autor/> Consultado 7 de abril, 2006.
(12) Bradbury, Ray (1993) Fahrenheit 451. México: Plaza y Janés, p. 91