Mision social del bibliotecario
Misión social del bibliotecario
Por: Erika Charles y Eduardo Núñez.
Bibliotecarios –nuevo leòn-
La construcción de una sociedad del conocimiento implica una serie de revisiones a los sistemas de acceso a la información para toda la población. Necesariamente exige la consideración de las Bibliotecas Públicas, que ejercen un espacio significativo en el proceso cultural basado en la administración de información, que gestionada eficazmente entre la ciudadanía traerá un beneficio que significa conocimiento; a su vez el aumento de la riqueza individual y colectiva, no asociada a un título académico, sino a la potencialidad para una vida activa y de alta calidad que no necesariamente debe ser asociada con dinero. Ahora que la Era de Información y la Sociedad del Conocimiento han cobrado auge mundialmente es preciso poner en cuestión la función social del bibliotecario.
Los servicios de consulta son con el bibliotecario, el bibliotecario es con los servicios de consulta... puesto que la experiencia lectora permite orientar a los usuarios vinculando sus inquietudes académicas y lectoras inmediatas con el impulso en concreto hacia otros ámbitos bibliográficos para la investigación y la lectura.
Hacia la reorientación del Servicio de Consulta
Al decir servicio de consulta no nos referimos a la sala de consulta, sino al servicio de biblioteca que consiste en el acto en que el usuario localiza la información, cuyos elementos fundamentales para acceder a ella son, la entrevista con el bibliotecario y la utilización de la herramienta de consulta que es el Catálogo público. Por lo tanto para mantenerse como un equipo cultural y profesional, la dirección debe desarrollar e impulsar el ejercicio de este servicio al cien por ciento por el equipo de personal bibliotecario.
Pero, quién es el bibliotecario para ejercer esta potestad profesional. El bibliotecario es el representante de los servicios en el aquí y ahora en contacto directo con el usuario, puesto que es la representación simbólica de la Institución la cual debe estar orientada como centro cultural, centro de información, centro de recreación y centro escolar. Los criterios de ejercicio del servicio a los usuarios son el pluralismo, la actitud democrática e igualitaria en el acceso a la información y la promoción para la utilización y aprovechamiento de la información contenida en las colecciones y medios electrónicos. Sin orientarse exclusivamente hacia la función académica, actividad fundamental del bibliotecario es persuadir a los usuarios en la permanencia en las instalaciones de la biblioteca para lograr un mayor y mejor aprovechamiento de los servicios.
El bibliotecario es un agente cultural con orientación político-social en la interpretación de la información y práctica de los servicios fundamentados en el carácter humanista de la institución de la biblioteca pública. Aunque esto difícilmente se cumple debido a que quienes ejercen las directrices y muchas veces hasta el mismo equipo bibliotecario entienden los servicios en otra dirección. ¿Cuál puede ser esta otra dirección? Sencillamente la idea de que el bibliotecario no un agente cultural, sino un técnico cuya única función es acomodar libros y entregar libros a los usuarios tomando como única referencia la clasificación, actividad que se puede ejercer por -personal que no es bibliotecario*- puesto que se cuenta con sistema de catálogo tradicional o electrónico, y que cualquier persona que tenga la información de los pasos generales a seguir, fácilmente podría sustituir al bibliotecario. Esto deviene de un pensamiento tecnócrata, al pretender comparar el sistema bibliotecario con una maquinaria, debido a que tiene su funcionamiento en base a procedimientos técnicos para la integración y distribución de información, siendo pues una metáfora de un sistema de máquina a un sistema de biblioteca, pero reducida solamente a esto. Nuestra visión es la que recoge los tecnicismos de funcionalidad de la biblioteca, siempre directamente vinculados a la visión culturalista, que impulse la naturaleza de la institución bibliotecaria y no al revés. Los procedimientos técnicos que permiten al usuario acceder a la información deben estar subordinados al carácter humanista, nunca someter la actividad humano-culturalista del bibliotecario a meras directrices mecanicistas. Por lo tanto, son los bibliotecarios los que deben ejercer el aspecto técnico y el aspecto político-culturalista de los servicios pues es la continuidad del núcleo cultural lo que implica la influencia social transformadora hacia el progreso de una sociedad afirmada en el uso de información.
Las caracterizaciones de contenido social frente a la infraestructura técnica no son ociosas, dado que la ilusión de la dominancia de la técnica sobre las consideraciones de valores sociales es común encontrarlas en el pensamiento tecnócrata profusamente en boga. Aquí hablamos de otra dominancia, el arte de mantener valores de cohesión y desarrollo social depositados en potestad a los bibliotecarios. No es lo mismo que la dirección administrativa de biblioteca sea ocupada y ejercida por un bibliotecario o político con conciencia social a que la ocupe, en los hechos y tome decisiones, personal que se empleó por necesidad, por cumplido partidista o gracias a actitudes nepóticas, aun cuando este venga de las más prestigiadas instituciones de educación privada. Esta desviación laboral y moral en la potestad de puestos para el personal que ejecuta los servicios, desviación o patología implica aplicar el criterio que pone en primer plano a las prácticas técnicas.
Lo Sistémico de los Servicios o Lo General de los Servicios.
Insistimos sobre la economía de los servicios, más allá de las mediciones positivistas basadas en fríos números que registran cuantitativamente el comportamiento de la utilización de los servicios, debemos utilizar el método cualitativo que es el impulso cotidiano hacia una sociedad de lectores. Los servicios y quienes los ejercen o representan deben estar orientados en esa estrategia de un país de lectores, que no se reduce únicamente al servicio de fomento a la lectura como un elemento secundario con relación a los otros servicios, más bien son servicios fusionados en el aquí y ahora de la práctica de la cultura bibliotecaria. Se ha entendido tradicionalmente la promoción lectora como un fenómeno que depende exclusivamente de la propaganda en los medios de comunicación, y para que se arrojen datos estadísticos se llega a los acuerdos de visitas escolares adjudicando a los asistentes, más por las obligaciones académicas que por gusto propio transmitido, como si en automático ya fuesen lectores. De este modo se cree que son los límites de la promoción lectora.
La promoción cultural está ligada a todos los servicios, es decir son un complejo en el cual se fusionan los servicios fundamentales, que serían los siguientes: Préstamo interno y externo (circulación), Consulta, Orientación y Promoción lectora a toda clase de documentos incitando entre los usuarios la curiosidad intelectual. Los servicios son con el bibliotecario, el bibliotecario es con los servicios, en la actualidad los servicios son sin el bibliotecario y se pretende convertir en bibliotecarios a personas ajenas al concepto cultural de este. Comprender los servicios como un sistema general interdependiente en sus componentes evita conceptualizarlos como separados e independientes unos de otros con su propia administración y con su propia estrategia y orientación.
Recurriendo a la comparación con el cableado que tiene Internet entre las alternativas de cobre y de fibra de vidrio, tener un equipo supermoderno de computadoras y un cableado efectivísimo de fibra de vidrio, pero que la salida a otra línea este mediada por un cable de cobre de menor capacidad, en los hechos reduce todo el sistema, en el que, de nada sirve tener equipos supermodernos y costosos. El sistema sí funciona, pero con eficiencia mínima que no corresponde a la potencia depositada y proyectada en los nuevos aparatos, es decir un buen sistema no funciona eficientemente si tiene una pieza inadecuada. Así podemos comprender a nuestra dirección administrativa como el flamante cerebro y de alta perfección, sin embargo las piezas ejecutantes nada tienen que ver con el sistema y la mística que administra o lo que pudiera ser peor, que la administración a los hechos concretos se revele como ente ajeno a la bibliotecofilia (entendiendo la administración como la actividad intelectual que permanentemente se encuentra subministrando nuevos elementos que componen el sistema que se encuentra en desarrollo de perfectibilidad)
Nuestro sistema es: Lograr el libre acceso a la información y la promoción cultural a través de agentes culturalistas con una firme convicción humanista. Tener agentes disfuncionales en el acceso a la información; no es decisión enteramente adecuada, generando un sistema bibliotecario defectuoso. Sabemos perfectamente las implicaciones de un sistema defectuoso, claro en un servicio subsidiado sí se pueden cometer ciertos errores permanentemente. Un sistema no puede ser sistema si no esta completo o está a medias. Ó es sistema o no lo es, y si no lo es, es otra cosa menos sistema.
Los servicios bibliotecarios integrales pasan por la pieza clave que los ejerce: el bibliotecario, éste al ser desligado de estos servicios o actividades pierde su naturaleza en la institución; se convierte en cualquier otra cosa menos en eso. De tal suerte que otorgar potestad a otro personal para el ejercicio de los servicios es convertir a personal de bibliotecario en personal sin potestad o potestad a medias.
Wheller señalando el perfil del bibliotecario menciona: “Los bibliotecarios de consulta necesitan una educación y una preparación bien redondeadas, apoyadas en un base cultural muy rica de lectura, sobre todo de historia, biografías, ciencias, ciencias sociales y asuntos nacionales y mundiales. La curiosidad intelectual, el interés agudo por lo que sucede en el mundo y en la comunidad, y los instintos detectivescos, hacen aumentar el interés por el trabajo de Consulta. Muchos bibliotecarios de Consulta tienen visión e imaginación suficientes para hacer encajar las ideas y los datos que descubren, los títulos de los libros, las cuestiones de estadística y de noticias…….”
La opinión de Wheller aunque no necesariamente perfecta, arroja luz sobre la naturaleza del bibliotecario, que debe ser nuestra propia realidad, en tanto nos comprendamos como una potencia bibliotecaria, sustituir éste perfil por otro que representan personas que por el sólo hecho de enterarse de vacantes que se acomodan a sus horarios y con interés particular –no social-, acceden directamente al ejercicio directo de los servicios pasando, a sustituir al bibliotecario permanente y con experiencia, así sin más.
Por último podríamos resumir nuestro discurso en el perfil bibliotecario propuesto por Gottfried Wilhelm Leibniz quien también se desempeñó en esta actividad y juzgaba indispensable que las bibliotecas contaran con libros de filosofía, política, nuevos inventos, y que a su vez fueran temas dominados por los bibliotecarios, quienes podrían generar la discusión y el debate de tópicos para los individuos y propiciar de esta manera mejores condiciones de vida para las personas....
Bibliografía y notas:
-Wheller, J, L. : Administración Práctica de Bibliotecas Públicas. México, Fce, 1970.
-Escolar, Sobrino: Historia de las bibliotecas. Madrid. FCE